Después de un largo tiempo, retomo el blog aprovechando el comienzo de mi nuevo proyecto en el que me encuentro inmerso: I2Talentia, una plataforma de aprendizaje adaptativo muy interesante e innovadora.
Para el desarrollo de esta plataforma me encontré el pasado fin de semana con la necesidad de calcular ciertos parámetros de una elipse. Después de años en el colegio y tras estudiar una ingeniería en la universidad, estaba completamente en blanco, no sabía ni siquiera cómo empezar. No me quedó más remedio que empezar a tirar de Google para empezar a recordar: coordenadas polares, derivadas, métodos numéricos, etc. Conceptos que aprendí en su día perfectamente pero que ya tenía olvidados, entre otros motivos, por no usarlos. Esto me llevó a pensar en que pasamos años estudiando cosas que al final se terminan olvidando porque no se usan en la vida real o porque realmente no aprendes, simplemente memorizas conceptos, reglas y fórmulas que el día del examen sueltas como un papagayo y se acabó, via libre para el olvido.
Para mí, en el sistema educativo actual, lo que se enseña es a Saber. Es decir, te enseñan a usar ciertas fórmulas y técnicas para resolver unos determinados tipos de problemas. Esto no dista mucho de memorizar. De ahí las típicas quejas de los alumnos, "para qué me sirve esto", "no entiendo por qué, pero sé que tengo que resolverlo así", etc.
Por tanto, el alumno adquiere Saber, pero no tiene Sabiduría. La sabiduría es un paso más, es saber por qué las cosas son cómo son, saber cómo aplicar lo que has aprendido, saber extrapolar a otros ámbitos de la vida que pueden no tener nada que ver. Cuando tienes sabiduría te das cuenta realmente que todas las piezas del puzzle encajan y que el engranaje funciona perfectamente. Si en las escuelas se enseñara Sabiduría, la motivación y nivel de aprendizaje aumentaría sustancialmente permitiendo a la larga que la gente aproveche esa Sabiduría para innovar, algo realmente necesario en los días que nos ha tocado vivir.
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